La llamada de los flamencos
en el medio de la puna, a cuatro horas de Abrapampa al oeste
sorprende y deslumbra una laguna habitada por miles de flamencos
. . . la montaña esta quebrada y por la quebrada baja el rió grande como una flecha salvaje y silenciosa
desde el otoño al invierno el rió es un rió de viento, de risas de polvo, de historias cantadas
en primavera y verano el rió se llena de flores, coplas y bailecitos andariegos
a veces seco a veces caudaloso, lleva en su lecho sonidos, imágenes y pensamientos
allí en medio de la quebrada, sobre el rió grande, el pueblo
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un día los animales del pueblo tuvieron una extraña sorpresa: se sorprendieron de sorpresa sorprendida
miles y miles de flamencos bajaban serios y altaneros por la ruta, venían de más arriba, desde la gran laguna, espejo del cielo, en la altura de la puna.
Durante días bajaron por el rió hacia el pueblo sin que nadie supiera porque, eran tanta cantidad de tantos flamencos que unos se iban y otros llegaban y parecían nunca irse, los puentes, las orillas y las piedras del rió estaban cubiertas de miles de flamencos y nada mas se veía solo plumas y picos y patas largas, flamencos jóvenes y ancianos tomaban agua y pataleaban y dormían y gritaban y roncaban y discutían en idioma flamenco, idioma extraño y ruidoso
fue por todo eso y no por otra cosa que los animales del pueblo sintieron el miedo de perder esas caminatas de recuerdo, esas riberas de luna, esas voces del crepúsculo, esos soles de amor y ganas
fue por todo eso y no por otra cosa que en el pueblo empezaron los murmullos y reino el desconcierto
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la más antigua pandilla de burros rebuzno furiosa a los cuatro vientos la necesidad de imponer orden y acabar con los invasores
llegarían en patota hasta al puente del rió y desde allí atacarían pateando piedras al mismo tiempo que otros tantos burros llegarían a la ribera derecha del rió y desde allí atacarían pateando mas piedras y también se decía que se habían sumado perros de los más bravos del pueblo, que llegarían en patota a la ribera izquierda del rió y desde allí caerían sobre los flamencos con sus dentaduras afiladas y salvajes
la pandilla de burros no dejaba de rebuznar a los cuatro vientos que mañanita al mediodía al sonar las campanas todo estaría resuelto si los dejaban hacer...
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mientras tanto, algunos pequeños lagartos y algunos sapitos se reunieron en el antigal escondidos entre pedazos de vasijas rotas que hace cientos de años hay por allí
decidieron que la pelea no era buena para el pueblo.
Pensaron bien pensantes que un combate entre burros y flamencos y perros resultaría sangriento y cruel y así el espíritu del rió se sentiría herido y lastimado de tristeza
quien quisiera sentarse a escuchar en el viento después de la batalla? que canción alegre vagaría entre los sauces? que niños irían a besarse por allí? que virgencita de los cerros soportaría ese dolor?
fue así que una comitiva de burros pacíficos, sapitos saltarines acompañados por arañas lagartijas y algunas llamas, una enorme nube de mirlos, una pareja de rosadísimos chanchos, un grupo elegante de cabras ancianas y un puma fueron hasta el puente del rió grande y saludando amables pidieron hablar con los flamencos mas ancianos, consejeros y lideres de la manada
no tenemos problema que crucen nuestro pueblo, habiten nuestro rió y tomen nuestra agua si a cambio aceptan compartir una fiesta – dijo el puma vocero de la comitiva
a los consejeros flamencos les pareció una idea muy divertida y sobretodo necesaria frente a tan cansador y angustiante viaje
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la fiesta fue la noche siguiente
en esa fiesta hubo risas, romances, bailes, canciones, amigos para siempre, nacieron hijos por que hubo novios y entre risas, besos y miradas, canciones, coplas y aplausos los flamencos supieron del miedo de los animales del pueblo de lastimar al rió de tristeza
y todos los animales del pueblo supieron de los hombres de casco y antiparras, de las grúas gigantes, de los tanques de fuego y combustible, de los caños y mas caños que llegaban desde hace días a la gran laguna, espejo del cielo, tierra de los flamencos en la Puna
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los consejeros flamencos pidieron detener la música, pidieron un brindis para agradecer a la tierra por el rió, pidieron aplausos para el pueblo y pidieron silencio
como los flamencos consejeros creían señal de buena suerte tomar decisiones en la plenitud de la fiesta, arrepentidos y algo avergonzados por haber huido de la laguna pero eufóricos y envalentonados por la alegría y el baile pidieron silencio
y preguntaron a viva voz a todos los presentes, flamencos y no flamencos, si estaban de acuerdo en organizar, divulgar y participar de una masiva peregrinación relámpago para recuperar la laguna
y fue que todos los presentes, felices y valientes como estaban dijeron que si
- ni un pedacito de tierra se tiene que ver que no se vea más que animales, un océano de animales, un cielo sin fin de animales, un horizonte infinito de animales, todos juntos alrededor de la laguna y así espantar a los hombres, impedirles el paso, inutilizar las maquinas, asustarlos – exageraba a los gritos el mas viejo de los consejeros flamencos que tenia el plumaje blanco de tan viejo pero era el único flamenco con barba
a poco de amanecer, empezó a correr veloz la noticia boca a boca entre todos los animales de la región, y así sucedió un mes después en la primera luna llena posterior a la fiesta
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en la televisión fue noticia y novedad, en las radios no dejaban de hablar y de hablar, los diarios escribieron y escribieron
extraña plaga de animales nos invade! señal de próximos terremotos! se avecinan desastres naturales! los animales emigran por llamados extraterrestes! tenemos que exterminarlos a todos! tenemos que protegerlos a todos! obvio que solo debemos exterminar a los más feos! prefiero los animales a las personas por que los animales no odian! domesticarlos! domesticarlos! ellos o nosotros! tenemos que defender nuestras costumbres! nuestras computadoras! nuestras bibliotecas! nuestra tecnología!
dijeron todo tipo de cosas
dichas y no dichas, poco dichosas, dichosas y sobretodo dicharacheras
y entretanto dicharache las maquinas se fueron
se llevaron los caños y los sopletes y el olor a combustible desapareció
solo quedaron los flamencos
alegres
atentos y orgullosos
en la soleada alegría del sol, el cielo y la montaña
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y desde entonces todos los martes de carnaval hay fiesta de festejo en la laguna para todos los animales del rió grande incluidos burros y perros
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